sábado, 10 de octubre de 2020

EXCURSIONISTAS AP. 1986


 FALTAN POCOS DÍAS PARA QUE QUEDE TERMINADO EL SEGUNDO Y ÚLTIMO TOMO DE "EXCURSIONISTAS Y YO", que también se podrá leer y descargar en forma gratuita. Entretanto, uno por uno, un repaso de los capítulos del Tomo I.  Foto: Adrián Bollici. 

 Excursio...

La reestructuración impulsada por la AFA a fines de crear el Nacional B, originó la disputa de un campeonato corto para todas las categorías de ascenso, en la primera mitad del año: el Apertura 86. A partir de la segunda mitad, los torneos comenzarían a jugarse a la europea, ya sin respetar el año calendario sino utilizando alrededor de un semestre de cada uno. Así, 1986/87 sería la primera temporada con la nueva modalidad.
En cada una de las tres categorías, de la B hasta la D, el atractivo principal consistía en otorgar un premio de seis ascensos, que en realidad no eran tales, ya que los equipos beneficiados, no ascendían sino que mantenían su nivel. Al insertarse el Nacional B un escalón más abajo de la Primera A, la B (que pasaba a denominarse B Metropolitana) conservaba su letra pero perdía el privilegio de ser la segunda divisional de AFA, para convertirse en la tercera.
El formato en Primera C, contemplaba dos zonas de diez equipos en cada una. Del primero al sexto de cada grupo, clasificaban para un partido a todo o nada, con un equipo de la otra zona. El vencedor, se adjudicaría el supuesto ascenso.
Excursionistas mantuvo a su dupla técnica e introdujo numerosos cambios en el plantel. Varios fueron los futbolistas veteranos que, habiendo actuado en divisionales superiores y el exterior, se calzaron la casaca albiverde. En esta lista pueden  anotarse a Oscar Ferrero(ex Chacarita, Huracán, fútbol español), Alejandro Onnis (ex Atlanta, Estudiantes, fútbol colombiano), Manuel Magán (ex Independiente, Newell’s, Italiano) y Norberto Schiappacasse (ex Platense, Defensores, Defensa y Justicia). Además, llegaron unos cuantos jugadores más: Cotado y Vergara (Colegiales), Corrales Velloso, Lerose y Vázquez (Estudiantes), Larretape (Armenio), Oscar Ledesma (Defensores) y el arquero Seria (All Boys), fueron sólo algunos.
La mayor parte de los recién llegados no rindió de acuerdo a las expectativas, hecho que se tradujo en una irregular campaña. No obstante, una reacción en el último tramo del certamen, bastó para que los dirigidos por la dupla Rodríguez-Gómez, clasificara para la final. Lo hizo en el sexto puesto, por lo cual, debió medirse con Berazategui, puntero del otro grupo y que, por lo tanto, contaría con ventaja deportiva en caso de igualdad de puntos y goles al cabo del partido de ida y el de vuelta.
Como los cruces debían programarse en es
cenarios neutrales, el primer chico se jugó en la vieja cancha de Quilmes de Guido y Sarmiento y salió 0 a 0. Para la revancha, Excursionistas escogió ser local en Defensores, estadio que presentaba un imponente aspecto aquella tarde del sábado 14 de junio.Sin embargo, el Verde no consiguió quebrar el cero y tras dos cotejos que terminaron con marcador en blanco, «ascendió» Berazategui, junto con Arsenal, Comunicaciones, Dock Sud, Almagro y Deportivo Merlo, respectivos ganadores de sus cruces finales.

Y yo...

Mi contacto con Pampa y Miñones a partir de este año volvió a ser más frecuente. Es que por cumplir los 14 en 1986, en la Comunidad Benei Tikvá, me correspondía asistir a un grupo juvenil que se reunía a partir de las 19 horas, aproximadamente. Por ende, muy contento estaba de poder ir de nuevo a la cancha los sábados a la tarde.
Los mediodías en la casa de mis abuelos seguían siendo inamovibles. Yo los disfrutaba a lo grande. Por una cuestión de edad, ellos ya no me compraban semanalmente la revista Anteojito, pero la lectura nunca faltó, gracias a El Gráfico, el diario Clarín, la recién descubierta Sólo Fútbol, y cantidad de libros, fascículos y revistas atesorados en varios rincones del departamento.
 Lo que tampoco faltaba era amor. Quizás no había grandes demostraciones físicas de cariño, pero el amor de familia se palpaba en cada ambiente, estaba presente a cada segundo en el comedor de alfombra verde y muebles antiguos de madera oscura. Es el día de  hoy, mientras escribo estás líneas, en este mismo lugar, que me invade el placer al levantar la mirada y ver que siguen alli, como desde que tengo uso de razón. Claro, ahora vivo aquí con mi esposa y mis hijas. Mis abuelos ya no están. Pero aquellos días inolvidables, por supuesto que se llevan en lo más profundo del corazón.
Guardo, también, recuerdos nítidos de dos últimos partidos que vi del Apertura ‘86 de Primera C. Por la última fecha del torneo regular, el Verde recibió a Sarmiento de Junín, un domingo por la mañana y, gracias al triunfo por 2 a 0, aseguró con lo justo (empató la posición con Argentino de Merlo y sacó mejor diferencia de gol), la clasificación para el cotejo definitorio.
Casi dos semanas después, el sábado 14 de junio, en la tribuna lateral de Defensores de Belgrano, fui testigo del empate en cero con Berazategui. Al día siguiente, Boca daba vuelta una dificilísma final en Rosario, y le ganaba a Newell’s la final de la Liguilla Pre-Libertadores. Un día más tarde, el lunes 16, la Selección Argentina derrotaba a Uruguay 1 a 0 y sacaba pasaje para los cuartos de final de México ‘86.
En algo más de 48 horas de alta tensión futbolística, los éxitos del domingo y el lunes fueron gestores de una alegría irrefutable desde el punto de vista personal. Sin embargo, la desilusión que me provocó el lánguido 0 a 0 del sábado, fue  la emoción más fuerte de las tres.

Un dato de color

Un gran acierto resultó la contratación de Rafael Seria. El aquero, a diferencia de la mayoría de los demás refuerzos, se lució con sus nuevos colores y permaneció en el club una vez finalizado el Apertura. La trayectoria de Loco tuvo ribetes para destacar. Con 17 años, el rosarino ya atajaba en la primera de Central Córdoba. A los 19, integró la Selección juvenil campeona del mundo en Japón, aunque al ser suplente de Sergio García, no pudo actuar en ningún partido. Luego pasó a Argentinos Júniors, donde sí tuvo la chance de ser titular, nuevamente con Maradona de compañero. Entre 1983 y 1985 atajó en All Boys, club que durante 1986 y 1987 lo cedió a préstamo a Excursionistas. Sus grandes actuaciones le valieron el regreso a All Boys en la B Metropolitana. Allí actuó la temporada 1987/88. En 1988/89 salió campeón de la C con Argentino de Quilmes. Después volvió a Pampa y Miñones y atajó dos campeonatos, 1989/90 y 1990/91. En 1991/92 se retiró jugando para Comunicaciones. No tenía ni siquiera 32 años.

Y una anécdota personal

El 22 de febrero Excursionistas recibió a Arsenal y lo venció 1 a 0, con un gol de Caimi, sobre el cierre de un partido donde Manuel Magán erró un penal -atajado por Néstor Merlo- y el Polaco, que ingresó en el segundo tiempo, con un arremetida en el área terminó por darle la victoria al Verde, señalado su primera conquista en el Bajo Belgrano. Poco más de dos meses antes, había tenido un espectacular debut en la primera, haciendo tres goles de los cuatro con los cuales el equipo del Nene Gómez y Perfecto Rodríguez, goleó 4-2 a Central Córdoba en Rosario.
Allá arriba, en la de madera, celebré el agónico tanto del joven centrodelantero en el arco de José Hernández, sin saber que totalizaría nada menos que 61 goles en 144 partidos en el club. Le tuve una gran admiración al Polaco. Sin estar dotado técnicamente como el Beto Horvath, su olfato goleador lograba que cualquier otra falencia no importara considerando el notable poder resolutivo que lo caracterizaba.
 En el invierno de 1992, ya como estudiante de periodismo y redactor de la revista Esto es El Ascenso, le hice un reportaje a Caimi en su casa de la calle Fernando Fader. El Polaco jugaba en el fútbol de Bélgica y en pleno receso, pasaba sus vacaciones en el hogar familiar del barrio de Versalles.Además estaban sus padres y su hermano Eduardo, que daba sus primeros pasos en Radio Rivadavia, como miembro del staff de la Oral Deportiva.
Sentí una gran emoción aquella tarde. Por primera vez, estaba charlando mano a mano con el jugador del que tantos goles había gritado.
No sería la única vez. En 1997, cuando ya había pasado por el fútbol holandés, el de Israel (allí fue compañero del Pato Sayegh),  y acababa de colgar los botines, en la casa de Versalles volví a entrevistarlo para el libro «Excursio Una Historia de Amor y Aguante». Y en marzo de 2003, sentados en la misma tribuna lateral desde la cual lo vi en acción,  le hice un reportaje para la revista «Soy de Excursio», unos días después de que arreglara su vínculo como director técnico. Venía para reemplazar a Hugo Iervasi pero apenas permaneció nueve partidos en el cargo (ganó dos, perdió tres y empató cuatro). Al concluir la temporada 2002/2003, y cuando yo creía que lo ratificarían en el cargo para que pudiera encarar el nuevo torneo con un plantel elegido por él, la dirigencia tomó la resolución de contratar a Carlos Pinasco. Una sensación difícil de explicar me invadió, seguramente, por todo lo que le vi hacer adentro de una cancha. Desde entonces, nunca más me crucé con él. 

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