jueves, 8 de octubre de 2020

EXCURSIONISTAS 1983

FALTAN POCOS DÍAS PARA QUE QUEDE TERMINADO EL SEGUNDO Y ÚLTIMO TOMO DE "EXCURSIONISTAS Y YO", que también se podrá leer y descargar en forma gratuita. Entretanto, uno por uno, un repaso de los capítulos del Tomo I. 

Excursio...

La dirigencia mantuvo al director técnico y a la base del plantel que llegara hasta cuartos de final del Octogonal '82.

Pero sí hubo una baja de consideración, y así Marchetti encaró el nuevo torneo, sin el concurso de Fonseca Gómes. El wing izquierdo fue vendido a Chacarita, si bien llegó a disputar un partido en los inicios del campeonato, que no tuvo variantes en su formato. En esta oportunidad, al Verde le tocó compartir la Zona B, con Almagro, Ituzaingó, Colegiales y Barracas Central.  
El transcurso de las fechas deparó que Almagro, Ituzaingó y el Verde pelearan por los primeros dos lugares de la clasificación al octogonal, y además, que Almagro volviera ser candidato para el ascenso directo. El Tricolor de José Ingenieros había bajado de la B en 1981 y desde entonces apuntó a pegar rápidamente la vuelta. ¿Excursionistas? Contó una vez más con enorme potencial, pero los altibajos volvieron a perjudicarlo. Después de un arranque a puro gol con Dock Sud, se desinfló y perdió pronto el tren de la punta. En mayo renunció Marchetti y se fue a Almagro, lo que enrareció todavía más el clima en Pampa y Miñones. Lo suplantó un conocido de la casa, Guillermo Tuya, ex jugador, vecino e hincha del club.
A Tuya le costó enderezar el rumbo. Pero a principios de septiembre, luego de un agónico empate logrado en la Isla Maciel, el equipo protagonizó una loable reacción. Con juego vistoso y efectivo, elevó su puntuación en la tabla y varias fechas antes del final aseguró su clasificación, para la cual luchaba palmo a palmo con Ituzaingó. Ya no le alcanzó para pelear arriba, pues Argentino de Rosario -el futuro campeón- se había alejado mucho, pero para el segundo ascenso, sí sacó chapa de candidato.  
De la mano de un Horvath intratable, tuvo partidos de alto vuelo, como un 3-0 a Flandria, un 4-2 a Argentino de Quilmes, un 7-1 a Cambaceres y un 3-1 a los Salaítos, cuando éstos podían haber salido campeones en el Bajo Belgrano.
El Beto brillaba. Pero era sólo una pieza en el engranaje de un equipo que cosechó aplausos a rabiar, y que formaba con Peralta Luna; Lacanna, Heinrich, Panelo y Mezher; Carrasco, Mazariche y Lanutti; Martínez Fariña, Horvath y Augusto Sánchez o Morel.  
Al octogonal llegó jugando en gran nivel. Superó a San Telmo en cuartos de final, a San Miguel en las semifinales, y por último, le tocó medirse con Talleres. A diferencia de los dos partidos anteriores, tuvo que ser local en el encuentro de ida, que salió 0 a 0. Ni en este cotejo ni en la revancha, Excursio repitió actuaciones acordes a sus notables antecedentes. En Remedios de Escalada, cayó 2 a 0 y volvió a casa con las manos vacías.

Y yo...

Por lo sucedido a partir de este año, ya podía considerarme un verdadero hincha de Excursionistas. En el debut del torneo, asistí a Pampa y Miñones con mi tío Andy: Excursio derrotó 4 a 1 a Dock Sud, con tres goles del Beto Horvath.
Después, habría muchos sábados más, siempre en condición de local y sentados en "la de madera", lo más arriba posible. Para esto, claro, era necesario llegar temprano, por lo que muy a menudo, también veíamos el segundo tiempo de la tercera. La operatoria era siempre la misma: almuerzo en la casa de mis abuelos Ruth y Enrique, larga sobremesa, pues se comía temprano, y partida hacia el Bajo, en el auto de Andy (tuvo un Ami 8 amarillo y después un taxi, VW 1500) o bien en el Renault 6 turquesa de mi papá, que más adelante, en 1985, también cambiaría por un viejo Dodge 1500 para convertirse en taxista. Muy de a poco, comenzaba a ir a la cancha mi primo Eduardo, Edy, el hijo de Andy, que en ese entonces tenía 7 años.
De visitante no íbamos. Mi familia lo consideraba peligroso. En esas ocasiones, me quedaba en el departamento de la calle Zapiola, escuchando la radio junto a mi abuelo, ferviente oyente de Radio Rivadavia. Eran un clásico las transmisiones de Jorge Bullrich, con un partido de Primera B como cabecera y conexiones en las demás canchas. De Primera C  llegaba la información a cuentagotas y con más retraso, ya que los cronistas pocas veces tenían conexión directa y debían conseguir un teléfono prestado -en el club o en cercanías al estadio- para pasar los goles. Por eso, a veces, lo acontecido en el partido recién se confirmaba cuando en el cierre de la transmisión, Roberto Rinaldi daba los resultados finales de toda la jornada, desde la B hasta la D. Ese panorama era largamente esperado. Hoy parece gracioso, pero en aquellos tiempos ya estábamos acostumbrados a convivir con esa incertidumbre.    
Mi abuelo también me proponía un juego futbolístico. Como lector de Clarín, recibía el matutino todos los días. En las páginas deportivas, había una sección llamada Equipos, Canchas y Jueces, que anticipaba las formaciones de los clubes para la fecha. El jueguito consistía en encontrar apellidos de futbolistas con todas las letras del abecedario, arrancando por la A y terminando en la Z. Así, me quedaron grabados jugadores de iniciales "difíciles" como  Hirschfeld, Ingrao, Janín, Yonadi o Zywica.      
Decía, que ya me consideraba un auténtico hincha albiverde. Como dato anecdótico, vale este recuerdo. Uno de los primeros días de clase, nuestra maestra de sexto grado de la escuela Félix de Azara, de Villa Urquiza (ese año me cambié de colegio) nos pidió que hiciéramos una composición sobre las vacaciones. Yo elegí contar que el 12 de febrero había sido uno de los mejores días de mi receso escolar, porque asistí al debut triunfal de Excursio en el torneo y porque al día siguiente, con mi familia nos iríamos de vacaciones a San Clemente del Tuyú. El sábado siguiente al estreno con el Docke, ya en la localidad balnearia, tuve la grata sorpresa de descubrir que como aún no empezaba la Primera B, Rivadavia eligió como partido principal a Talleres-Excursionistas. Obviamente, no fui a la playa y me quedé escuchando a Bullrich, que relató como los locales dieron vuelta el marcador después del tempranero gol de Martínez Fariña.  
No resultó nada placentero el cierre del año futbolístico. Guardo en mi memoria escenas nítidas de aquel caluroso 27 de diciembre. El equipo de Tuya jugaba la final en Escalada. Por supuesto que me hubiera gustado estar ahí, pero sabía que no había chances de que mi papá accediera, con más razón, porque era un día laborable y él tenía que trabajar en su local de ropa "Las Pilchas de Pablo", de la avenida Federico Lacroze y Freire. Sí, en cambio, logré que viera con buenos ojos la idea de ir a festejar después, al Bajo, si se producía el ascenso.
Ese martes fui con varios amigos al Club CASA una institución de la colectividad judía que estaba en la zona de Libertador y General Paz. Durante todo el día estuve pendiente de la final. A la hora del partido la información no abundó. Esa misma tarde, Chacarita y Los Andes dirimían el ascenso a la A y las radios depositaron gran atención en lo que pasaba en Lomas de Zamora, sobre todo, porque con el ascenso de Chacarita consumado, se armó una tremenda batahola dentro de la cancha.
Cuando en el anochecer volvíamos con mis amigos hacia Puente Saavedra para tomar el colectivo, recién pude enterarme de la derrota, y experimenté una enorme desilusión. Los televisores de los negocios de la avenida Maipú, emitían las imágenes de los incidentes en Los Andes. Dentro de la tristeza que me embargaba, me puse contento por Fonseca Gómes, el ex crack albiverde que ese año pasó a Chacarita y sí se dio el gusto de subir de categoría con sus nuevos colores.

Un dato de color

Por la rivalidad generada con Almagro, resultó un fuerte impacto para muchos hinchas, también en lo personal, enterarse de que Horvath, Mazariche y Heinrich -especialmente los dos primeros, que surgieron de la cantera albiverde- seguirían sus carreras en Almagro en 1984. Con el tiempo, el Beto construiría una curiosa campaña con una y otra camiseta, las únicas que vestiría durante su carrera. Para la temporada 1991/92 regresó a Excursionistas. Luego, volvió a Almagro. Y cuando ya estaba retirado, lo llamaron nuevamente de Pampa y Miñones para integrar el equipo de 1994/95, que había subido a la B. El Beto aceptó y jugó así su tercer y último período en el club. No habría registros en el fútbol argentino, de una trayectoria con estos vaivenes. Otro hecho para destacar, es que Horvath dejó excelentes recuerdos en las dos instituciones.
En Excursionistas, totalizó 212 presencias, 96 goles (28 de penal) y 1 expulsión, en 1983, por excederse en los festejos en el 3-1 contra Argentino de Rosario, lluviosa tarde en la que hizo dos goles.

Y una anécdota personal

Un gélido 11 de junio jugaron en el Bajo, el Verde y Tristán Suárez, partido que más allá de lo futbolístico, fue de enorme sorpresa para mucha gente (también para mí), que vio que la histórica tribuna de Miñones había sido suplantada por un muro de ladrillos. Supimos, así, que una Asamblea dispuso esta medida a fines de que se construyeran canchas de tenis y que la institución creciera en el plano social.
Al margen de esta anécdota, deseo resaltar también, que esa tarde jugó uno de sus últimos partidos en Excursio y en su carrera, Roberto Romero, el Chiqui. En lo personal lo vi actuar muy poco. Más adelante, supe que fue crack, pero no tuvo continuidad y abandonó el fútbol de muy joven, a causa de una agotadora seguidilla de lesiones que lo persiguió. Ya de adulto, tendría el placer de compartir con él unas cuantas veladas, gracias a las comidas organizadas por nuestro amigo en común Daniel Viviani, y a las que solían concurrir, entre otros, el mismísimo ex presidente del club, Guillermo Belisario Black.
Frente a Tristán Suárez, Romero ingresó en el segundo tiempo por Leguizamón. Excursio ganó 1 a 0, con un bombazo de Mazariche de media distancia.


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