jueves, 8 de octubre de 2020

EXCURSIONISTAS 1984

FALTAN POCOS DÍAS PARA QUE QUEDE TERMINADO EL SEGUNDO Y ÚLTIMO TOMO DE "EXCURSIONISTAS Y YO", que también se podrá leer y descargar en forma gratuita. Entretanto, uno por uno, un repaso de los capítulos del Tomo I. 

Excursio...

Muy duro fue el impacto de la final perdida ante Talleres. No obstante, la Comisión Directiva le ratificó la confianza a Guillermo Tuya y el técnico encaró el ‘84 con un plantel prácticamente nuevo. Cumplido un ciclo, los grandes exponentes del fútbol albiverde se alejaron y el club perdió su columna vertebral. Sin el arquero Peralta Luna, los zagueros Heinrich y Panelo, los volantes Mazariche y Lanutti, y los delanteros Horvath y Martínez Fariña, se trajeron otros jugadores con buenos antecedentes -incluso de categorías superiores-, pero tras un comienzo alentador, pronto quedaría al desnudo una campaña muy pobre. La más floja, desde el descenso a la C, en 1972.
Entre las numerosas incorporaciones, estaban Esperante (arquero de Almagro), Andrés Fernández (All Boys), Valín (Talleres de Córdoba), Juan Martínez (Villa Dálmine), Bárcena (Argentino de Quilmes), Meneghetti (Armenio), Savoy (Español), Chiesa -el otro arquero- y Zarza, que volvían al club, y Luna (Chacarita).
De los jugadores de campo, sólo este último alcanzaría un nivel acorde a las expectativas generadas. Los refuerzos fueron quedando en el camino y chicos surgidos en la cantera como Machín, Leguizamón, Ronci, Robino y Gabutti, terminaron por nutrir a la primera división.
El equipo estuvo invicto hasta la cuarta jornada. A continuación, una derrota como local con Berazategui impulsó una debacle que lo condujo hacia los últimos puestos. Terminó tercero... pero mirando la tabla desde abajo.
Además de Tuya, que renunció tras la octava fecha, Excursionistas tuvo otros dos entrenadores a lo largo del torneo: José «Colorado» Paladino y José Pintado.
El formato del torneo no se diferenció del de 1982 y 1983. San Miguel salió campeón y Villa Dálmine, ganó el octogonal.


Y yo...

El bajo nivel exhibido por Excursio en 1984, no consiguió que disminuyera mi entusiasmo. Por el contrario, hasta creo que lo fortaleció. Cuantas veces pude -siempre en compañía de mi papá, mi tío, o ambos- asistí a Pampa y Miñones y así presencié más de diez partidos en condición de local.
La operatoria de los sábados era la misma. La partida hacia el Bajo Belgrano estaba fijada desde la casa de mis abuelos maternos, tras un almuerzo previo consistente en un menú que  ofrecía pequeñas variaciones semanales: un plato de sopa de entrada (sea cual fuere la temperatura) y luego, cada tres sábados, albóndigas, bife a la criolla y gulash -una comida típica alemana-. Siempre, con puré de papas como guarnición. Por último, fruta. Al sábado siguiente, la ronda volvía a empezar. ¿Para tomar? Nada de gaseosa, jugo, vino ni soda. Té frío -una antigua bebida familiar- o simplemente agua. Todo esto, pergeñado y preparado con inmenso amor por mi abuela Ruth.  
A principios de 1984 hice una adquisición que revolucionó mi vínculo con el club: la colección encuadernada de la revista Excursio Una Voz de Belgrano, desde su aparición en 1978, hasta el último número de 1983, que se vendía en la puerta de la cancha a un costo de novecientos pesos argentinos (la moneda previa al Austral, que comenzaría a regir en 1985). No era poca plata. Cabe aclarar que el precio de tapa de un ejemplar de la misma revista, era de diez pesos argentinos. Sin embargo, mi abuela paterna Gertrudis, enterada de que yo la deseaba con muchas ganas, me dio el dinero. Fue un espectacular regalo que siempre, hasta el día de hoy, valoré.
El mismo sábado que lo tuve entre mis manos me quedé leyendo hasta altas horas de la noche. Fascinado, descubrí fotos, jugadores, partidos, reportajes... Un terreno inexplorado, un mundo nuevo, cuya revelación seguramente haya contribuido a robustecer para con Excursionistas lo que ya era bastante más que una simpatía.
Junto con el semanario El Gráfico, que compraba mi tío Andrés y yo devoraba en casa de mis abuelos maternos, Una Voz de Belgrano fue, sin dudas, mi primera escuela de periodismo.
A la colección -tres gruesos tomos de tapa verde, en estado casi impecable- sigo conservándola y consultándola en la actualidad.


Un dato de color

La mala campaña se produjo a pesar del esfuerzo hecho por la Comisión Directiva, de haber contratado a varios jugadores que habían actuado inclusive en Primera A y el exterior. Los siguientes refuerzos pasaron por la máxima categoría del fútbol argentino y Europa: el volante Eduardo Bárcena vino de  Argentino de Quilmes, si bien en 1977, llegó a jugar algunos partidos en la primera de Vélez; el delantero Sergio Del Castillo procedía de Banfield (Primera B) pero estuvo en Racing en 1982; el arquero Guillermo Esperante jugó en el 83 en Almagro, pero surgido de River, donde no llegó a debutar oficialmente, sí actuó tres temporadas en el Sporting Gijón, de la Serie A de España; Roberto Valín, otro delantero, actuó para Central Norte de Salta en el Nacional ‘82 y para Talleres de Córdoba en 1983; Domingo Zarza había surgido de Excursio, volvía al club y su trayectoria incluía un paso por Argentinos Júniors en 1978, donde  jugó poco al estar Maradona en el mismo puesto. 
A pesar de tantos currículums notables para una Primera C, el Verde no funcionó.


Y una anécdota personal

El comienzo del torneo estaba programado para el sábado 11 de febrero. El fixture determinó que ya en la primera fecha el Verde recibiera a Almagro -partido con connotaciones de clásico-, que contaba con tres ex albiverdes de jerarquía como Horvath, Mazariche y Heinrich. Lamenté mucho no poder estar presente esa tarde, pues me encontraba de vacaciones en Villa Carlos Paz. Finalmente un aguacero hizo que el partido se aplazara para el lunes 13, pero tampoco pude estar, ya que esa día estábamos volviendo con mi familia a Buenos Aires. Me enteré luego de que Mazariche no jugó y que justamente el Beto, de penal, marcó el gol de Almagro en el empate 1 a 1.
Con la gran ilusión de ver por primera vez al equipo, asistí al Bajo el sábado 25, ante Colegiales. Excursio venía de derrotar a Lamadrid 4 a 3 en Devoto por la segunda fecha y las expectativas eran las mejores. El equipo de Tuya embocó varios goles seguidos y al término del primer tiempo goleaba 3 a 0 a Cole, que se había quedado con dos jugadores menos. Se desató entonces una fuerte tormenta, por lo que mi papá y mi tío, decidieron que sería mejor irnos del estadio. Un rato más tarde paró de llover pero ya estábamos en casa. Sorpresivamente, el Tricolor dirigido por Daniele -que haría una gran campaña-, reaccionó, se puso a tiro de empate y el partido culminó 4 a 3. Pero a causa de la lluvia, tampoco ese día logré ver noventa minutos de fútbol.
La tercera -en la quinta fecha- fue la vencida y vi todo el partido, aunque lamentablemente, ese sábado 10 de marzo Excursionistas dejó su invicto en el camino. Perdió con Berazategui 1 a 0, subiéndose a un imaginario tobogán que al final del año, lo depositó muy cerca del fondo de la tabla.






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