Este es sólo uno de los 40 capítulos de "Excursionistas y yo". El libro completo podés leerlo y descargarlo gratuitamente con sólo clickear sobre la tapa, arriba y a la derecha de este blog. Foto: agradecimiento Facebook Nosotros Somos Excursionistas.
Excursio...
El ciclo de Messina quedó terminado con la eliminación del octogonal '98/99, y en el Bajo Belgrano desembarcó Antonio De Gregorio, de buenos antecedentes de San Martín de Burzaco. Con él llegó un nutrido grupo de refuerzos: Aliende (San Martín), Della Marchesina (Banfield), Cufone, Paganini y el arquero Frelier (Argentino de Quilmes), Pollero (Colegiales), Roldán (Chacarita), Maciel (Temperley), Reina (J. J. Urquiza), Risso (Berazategui), Da Silva, Molini y el arquero Ordiales (Comunicaciones), Fuentes (Juventud Unida), y dos hombres sin antecedentes en el fútbol de AFA: Avellaneda -jugaba en liga para el BANADE- y Claudio Juárez, éste último, procedente de la liga de Escobar.
De todos estos jugadores, dos regresaban al club: Cufone, que estuvo la campaña 1990/91, y Patricio Roldán, que se había marchado luego de la temporada 1996/97 y tuvo un paso por Chacarita, aunque sin actuar en la primera.
Al margen de los chicos del club, permanecieron en Pampa y Miñones respecto de la temporada anterior, Alessandrello, Aragón, Molina, Berscé, Cerenza, Míguez, Musitelli, Ravelo y Sinchicay.
El equipo tuvo un comienzo irregular. De los 12 primeros puntos sólo sacó tres. Después ganó cuatro partidos consecutivos, pero a continuación estuvo otros cuatro sin ganar, racha que significó la despedida de De Gregorio. Los siguientes tres encuentros -dos derrotas y una victoria- los dirigió la Subcomisión de Fútbol, hasta que frente a Argentino de Merlo, un nuevo entrenador hizo su victorioso debut, por 2-0 en Pampa y Miñones: Néstor Rapa. En el próximo cotejo el Verde empató sin goles con Luján. Luego, dio comienzo el receso.
Lo que vendría a partir de la reanudación, sería la serie de triunfos más espectacular en la historia de Excursionistas. Fueron diez en fila, con grandes pasajes de fútbol y toque, con goleadas largamente aplaudidas. Con las actuaciones deslumbrantes de Da Silva, encuadradas en un contexto donde no sólo el delantero de Angola se destacó, sino el equipo entero, armado en torno a esta base: Berscé o Frelier; Ravelo, Paganini, Risso o Molina y Reina o Molina; Cerenza, Cufone, Della Marchesina, Molini; Aliende y Da Silva. Tan alto era su nivel, que un notable jugador como Musitelli, debió conformarse con formar parte los dieciséis.
Esta es la lista de los diez éxitos consecutivos: San Martín (V) 2-0, Barracas (L) 4-1, Ituzaingó (L) 2-1, Dep. Merlo (L) 4-3, Paraguayo (V) 1-0, Midland (L) 5-1, Laferrere (V) 3-1, CADU (L) 2-0, Cañuelas (V) 1-0 y Riestra (L) 5-1.
El particular reglamento ideado por los dirigentes de la divisional, contemplaba que ya no hubiera Apertura ni Clausura, sino un torneo largo, y con un solo ascenso, dispuesto por la AFA. Si uno de los competidores alcanzaba los 75 puntos, ascendía de manera directa. De lo contrario, todos los que sobrepasaran la línea de los 56 puntos, jugaban un reducido por una plaza en la B Metropolitana.
Gracias a su serie victoriosa, Excursionistas iba en busca del ascenso. Pero por una derrota con Dock Sud la racha se interrumpió y la ilusión terminó de diluirse a la fecha siguiente, cuando tras un empate con Comunicaciones en el Bajo, se desencadenaron incidentes que dejarían la triste consecuencia para el club, de la quita de 21 puntos en la tabla de posiciones.
Aquel domingo 23 de abril de 2000, no hubo fútbol de Primera División A en la Argentina. No extrañó entonces que los disturbios ocurridos dentro de la cancha ocuparan las portadas de los diarios y las imágenes fueran emitidas durante días y días en televisión. El gremio de los futbolistas se declaró en huelga y todo el fútbol local se paralizó durante un par de semanas. En el marco de semejante estado de situación, la AFA tomó una medida que pretendía ser aleccionadora. Cuando el 13 de mayo volvió el fútbol, Excursionistas, con los 21 puntos menos, no tenía la mínima chance de pelear por nada. Al cabo del campeonato, la durísima resolución lo hizo bajar al octavo lugar, con 43 unidades. El líder, Merlo, sacó 68.
Hubo cuatro clubes que accedieron al mini-torneo por el título: Deportivo Merlo, Dock Sud, Ituzaingó y Comunicaciones. Merlo, que derrotó en la final a Ituzaingó, se consagró campeón.
Y yo...
A fines de julio de 1999, mi noviazgo con Romina sufrió una inesperada interrupción. "Quiero estar sola", me dijo una tarde, dando por terminada la relación. Mi inmadurez había sido una de las causantes de que se rompiera un vínculo que estaba a punto de cumplir tres años. Durante un tiempo largo, ella había reclamado un mayor compromiso de mi parte, algo en lo que yo, en forma consciente o no, no estaba dispuesto a ceder. Estas circunstancias provocaron un desgaste que nos condujo a la ruptura.
Ante mi excesiva indefinición en lo referido al presente y futuro de la pareja, fue ella la que se hartó y, unilateralmente, decidió cortar por lo sano. Mi reacción atravesó distintas etapas. Primero, me sorprendí ante sus dichos. Después, quise convencerla de que reviera su postura. Pensé, también, que quizás el punto final era lo mejor. Luego, traté de cerrar el capítulo y dar vuelta la página. No lo logré. Y volví a insistir para que volviéramos a intentarlo. Todo esto, se extendió por un proceso que duró cerca de dos meses. En ese lapso inestable, Romina por momentos dudaba y retomábamos la relación, pero ingresábamos en un terreno incierto, cargado de incertidumbre. El amor no se había apagado en ninguno de los dos, pero había cosas que habían cambiado. Yo sufría más de lo que disfrutaba.
A fines de septiembre, con un dolor que nunca había experimentado, me vi obligado a aceptar la decisión de Romina y dejarla ir. Me costó muchísimo pero comprendí que no tenía sentido empecinarme en arreglar algo que ya no funcionaba. Una tarde fui hasta su casa de Carlos Calvo y Avenida La Plata, a entregarle un casete VHS con un recital de Shakira que me había pedido que le grabara. En la puerta, le dije "hasta acá llegamos". No me contestó. Sólo me miró y asintió. Entendí que se sintió aliviada. Me dio un beso en la mejilla y nos despedimos. Volví a mi casa en colectivo. Estaba destrozado. Aunque sabía que, luego de haber hecho todo lo posible, lo más sensato era apartarme y que cada uno siguiera su camino. ¿Para siempre? En ese momento nadie más que nuestro Señor, tenía la respuesta.
Más o menos por la misma época, octubre del '99, Diego Houseman me invitó a participar de la revista partidaria que había creado, "Soy del Bajo". Complacido, acepté. Una de mis primeras notas se la hice a Javier Saviola, que estaba arrancando su carrera en River. Lo encontré sentado en la tribuna de José Hernández, viendo el partido de tercera, creo, que contra Laferrere. Saviolita se entregó mansamente al diálogo y su reportaje ocupó una doble página central.
Con Diego trabajamos juntos en la revista por un par de años. Luego él viajó a radicarse en el sur del país y quedé a cargo de la publicación, que, con el nombre "Soy de Excursio", edité hasta fines de la temporada 2003/2004.
Un dato de color
El 18 de abril de 1998 (temporada 1997/98) San Martín venció 4 a 2 a Excursionistas, en Burzaco. De los tres goles locales, dos fueron señalados por Della Marchesina y uno por Aliende. El equipo ganador lo dirigía De Gregorio. En 1999/2000, los tres recalarían en el Bajo Belgrano. El técnico se alejó rápidamente, pero los dos jugadores, dejaron una huella imborrable en el club, en especial, Della Marchesina, que disputó diez temporadas con la camiseta albiverde: desde 1999 hasta 2011, con un paréntesis en 2002/03 (Estudiantes), 2003/04 y 2004/05 (Temperley) y primer semestre 2005 (Zuliá FC de Venezuela).
El Polaco, totalizó 262 partidos, convirtiendo 32 goles.
Ulises Aliende, sumó 74 presencias y conquistó 29 goles a lo largo de tres temporadas, entre 1999 y 2002.
A continuación firmó para Lamadrid, donde actuó dos temporadas. En la 2002/03, le hizo otro gol al Verde. Lo sufrió Dottori, la tarde que el Carcelero goleó 6 a 2 en el Bajo Belgrano.
Otra espectacular contratación para el torneo 1999/2000 fue la de Hugo César Lopes Da Silva Soares (simplemente, el Negro Da Silva), no porque el angoleño llegara al Bajo precedido de notables antecedentes. De hecho, en el primer tramo del certamen, donde hizo tres goles, sus actuaciones no se destacaron mayormente. Pero luego del receso, alcanzó un nivel extraordinario, que arrancó aplausos a rabiar, al margen de los nueve goles que señaló.
Nacido en el país africano y habiendo viajado en barco hacia este continente (a los 12 años, junto a su familia, escapaba de la guerra civil) Da Silva jugó en Bolivia, Perú y Venezuela, mientras en la Argentina lo hizo en Defensa y Justicia y Comunicaciones, paso previo a su llegada al Bajo.
Cuando dejó Pampa y Miñones, se fue al fútbol de Grecia, para después pasar por Portugal e instituciones del ascenso español. Ya alejado del fútbol, conocido como Hugo Soares, y con rastas (en Excursio tenía el pelo muy corto) se dedicó a la música.
Y una anécdota personal
Hay un partido que quedó encasillado en mi memoria, como el más triste, pero no por circunstancias deportivas, sino por el momento personal que estaba atravesando. Se jugó el sábado 28 de agosto de 1999, y Excursionistas, en Olavarría y Luna, perdió con Barracas 3 a 1, por la tercera fecha del campeonato. Como narré líneas arriba, mi noviazgo con Romina estaba terminado desde hacía unas semanas, aunque yo me empecinara en querer componer una relación que ya estaba quebrada.
El día anterior tuvimos una charla telefónica que no terminó bien. En resumidas cuentas, en forma tajante, Romina me pidió que no la llamara más y que, en todo caso, sería ella la que se comunicaría conmigo. La desolación me invadió a partir de aquel momento. El tema no se iba de mi cabeza, ni siquiera estando de por medio la presentación de Excursionistas. Viajé a Barracas en el colectivo 59, cuya terminal está a pocas cuadras de la cancha. Gran parte del largo viaje lo hice sentado en los asientos del fondo, con la atención fijada en el celular de color gris, marca Movicom. Estaba totalmente pendiente de un eventual llamado. Adentro del estadio mi ansiedad no disminuyó, ni antes del inicio ni mientras se desarrolló el juego. Esa tarde hice los relatos para agregarle a los videos de Javier Arévalo, un muchacho que filmaba en formato VHS para luego pasarles los casetes a la Comisión Directiva. Estábamos sobre un techo, lo más alto del estadio, arriba de la tribuna lateral local, con una vista privilegiada del campo y del sector de enfrente, donde se ubicó la parcialidad de Excursio.
Sin embargo, yo no podía disfrutar del espectáculo. Supongo que tampoco hubiera podido hacerlo considerando el aspecto futbolístico, porque el equipo de De Gregorio jugó mal y perdió 3 a 1. Durante toda aquella jornada no logré zafar del bajón anímico. Mi mente no estuvo en el partido. Mis esperanzas estaban asociadas al ringtone de un celular que nunca sonó.
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