Este es sólo uno de los 40 capítulos de "Excursionistas y yo". El libro completo podés leerlo y descargarlo gratuitamente con sólo clickear sobre la tapa, arriba y a la derecha de este blog. Foto: bajobelgrano.com.
Excursio...
La continuidad de Cisneros no se cortó. Ante esta nueva oportunidad, tuvo la chance de escoger a su propio plantel, que experimentó un fuerte recambio de nombres. Llegaron, entre otros: Bergés (Lamadrid), Dizeo (San Telmo), Héctor David Ledesma (Brown de Adrogué), Lovato (Los Andes), Orode (CAI de Comodoro Rivadavia), Pelosi (Sacachispas), Agustín Pérez (Villa Mitre de Bahía Blanca), Quintana (UAI Urquiza), Gustavo Sosa (Español) y el arquero Fasanella (Sacachispas). Sin contabilizar a los jugadores del club, pocos fueron los que continuaron respecto del torneo que acababa de concluir. ¿Apellidos? Castro, Coudrón, Gerling y Hollembach.
Después de dos años peleando en lo alto de la tabla, Excursionistas volvió a quedar afuera de la conversación por el ascenso. Su arranque no fue bueno, por lo que los de arriba rápidamente se despegaron del equipo de Cisneros. El Verde mantuvo posibilidades de ingresar al reducido, pero tampoco pudo ser. Ocupó, finalmente, el undécimo puesto, con 49 puntos, tres menos que Berazategui, el último de los clasificados. El campeonato lo ganó Villa Dálmine, y Central Córdoba ganó el mini-torneo, derrotando en la final a Midland. A diferencia de años anteriores, esta vez el representante de la divisional sí pudo arrebatarle su lugar al de la B Metro. Los rosarinos bajaron a Sportivo Italiano, que debió bajar a la C.
Este año comenzó a disputarse la Copa Argentina. Aquí sí Excursionistas logró motivar a su público, mientras su arquero Fasanella hizo hablar al mundillo futbolístico, dada su soberbia actuación en definiciones desde el punto penal. El elenco de Cisneros empató sucesivamente con J. J. Urquiza (1-1 en el Bajo), Argentino de Merlo (1-1 en Merlo) y Huracán (0-0 en Catamarca). Fasanella, se destacó en los tres partidos, especialmente ante Argentino, contra el que atajó cuatro disparos, más uno en tiempo reglamentario. Contra Urquiza atajó uno y ante el Globo, dos.
Haber eliminado a Huracán -que aunque no presentó titulares, estaba en la A- fue tomado como una hazaña. Pero en los octavos de final, el sueño se terminó. Una multitud asistió al estadio de Platense, para ver a Excursionistas contra Olimpo. Tras un empate agónico de Quintana, otra vez igualaron 1 a 1 y llegaron a los penales. En esta ocasión, el arquero, si bien metió un gol, no consiguió contener ninguno. Los de Bahía Blanca ganaron 5 a 4 y pasaron de ronda.
Y yo...
Sábado 13 de enero de 2012. Señalo este día como el que marca un antes y un después en mi vida. ¿Qué ocurrió? Es necesario explicarlo de a poco. El 17 de mayo de 2011 nació Sabrina, nuestra segunda hija. Un nuevo motivo de alegría se sumaba al hogar que compartíamos con Ariana y mi mujer Romina. Sin embargo, tal alegría se vio alterada por una serie de circunstancias difíciles. No había dudas de que la llegada de la nueva integrante de la familia traía felicidad, aunque en la práctica, sobre todo en lo personal, las cosas se irían complicando. Sabri, como tantos bebés, lloraba mucho y dormía poco. A la noche se despertaba varias veces, con hambre y dolores de panza. De día también dormía salteado. La situación hubiera sido menos compleja, si yo hubiera trabajado afuera de mi casa. Mis ocupaciones, no obstante, requerían estar bastante tiempo, concentrado frente a la PC. Es decir que me costaba dormir y además, tampoco podía trabajar de la manera adecuada. Entretanto, Ari iba al jardín. Había que llevarla, traerla, darle de comer, entretenerla. Hacer trámites... Los abuelos ayudaban en la medida de sus posibilidades, pero casi todo el día, Romina y yo nos multiplicábamos para sostener el hogar en todos los frentes.
Hoy, a la distancia, rememoro esto con una sonrisa y hasta da la impresión de que estuviera exagerando, pero lo real es que no me resultó fácil vivir en este estado durante varios meses. El cansancio, el fastidio, los roces, el estrés, iban en constante aumento.
Asimismo, en mi interior crecían la presión, la autoexigencia, la inseguridad. Esa repentina responsabilidad de tener que llevar adelante un hogar, de ser la cabeza de una familia, de no relajarme para que nada nos faltara… Supongo que todo eso influyó para que a fines de 2011 mi ansiedad estuviera por las nubes. El miedo a que a mí o a alguien de mi familia nos pasara algo malo, daba vueltas por mi cabeza todo el tiempo.
Cerca de fin de año, un malestar físico que ya llevaba varios meses hizo que fuera por una serie de consultas profesionales. Finalmente, el viernes 12 de enero de 2012, por la mañana, el médico me indicó que debía realizarme una colonoscopía. Ese fue el detonante. Tomé la noticia con gran desesperación. El temor de que el resultado saliera mal, el miedo al estudio en sí mismo, y creo que las cosas enumeradas anteriormente… todo eso activó la presencia de un tremendo estado de angustia. Fueron horas insoportables.
Y llegó el sábado 13 de enero... Estábamos aquella tarde en casa de mi suegra y mi mente seguía sin hallar descanso. Me esforzaba por disimular, pero la verdad era que, por dentro, no daba más. Mientras paseaba a Sabri en su cochecito por el patio, recordé una vieja recomendación de mi tía Inés. "Cuando necesites ayuda, pedísela a Jesús", me había dicho, palabras más palabras menos. Además me regaló una Biblia. Nunca tomé seriamente su consejo. Y el libro, durmió en un cajón por más de una década. Desesperado, aunque sin la menor expectativa de encontrar una solución en el corto plazo, sólo dije en mi interior: "Jesús, ayudame". Y seguí enroscado en esa espiral de ansiedad que parecía interminable.
Pero algo cambió. Minutos después, increíblemente, me había olvidado de los temas que me acosaban y estaba de lo más contento, disfrutando de la compañía de mi familia. Mi estado de despreocupación se mantuvo por horas. A pesar de mi incredulidad, supe reconocer enseguida la ayuda externa. Yo jamás hubiera podido lograr semejante cambio por mí mismo, y en tan corto tiempo. Ni siquiera esperaba que fuera así, cuando clamé por ayuda. Pero bastó que hiciera esa brevísima oración, para que una paz sobrenatural me inundara.
Lo que sucedió a continuación, en los días, meses y años posteriores, ameritaría un libro entero. Una mínima parte de todo eso, quizás se vea reflejada en los capítulos venideros de este libro.
Un dato de color
Una importante repercusión periodística tuvo Excursionistas gracias a los penales atajados por Marcos Fasanella en la Copa Argentina. Tras eliminar a Argentino de Merlo, se ocuparon del tema hasta los noticieros televisivos de alcance nacional, que mencionaron el fenómeno de sus atajadas y aciertos con la pelota en los pies, ya que en la definición por esa vía, Marcos también hizo un gol.
Después de esta heroica actuación, inesperadamente, me crucé con el arquero en estas circunstancias: el martes 4 de octubre fue el partido con Argentino. El viernes 7, como de costumbre en esa época, me dirigí a los estudios de Radio Gol, en el centro porteño, desde donde conducía un programa de futsal a las 21 horas. En el horario que me precedía, una periodista de nombre Luciana (lamentablemente no recuerdo el apellido) hacía lo propio con una audición de ascenso. Esa noche, su invitado era nada menos que Fasanella, quien acababa de llevar a cabo su hazaña en Merlo y de ser objeto de las menciones periodísticas de la semana. En el breve lapso entre ambos programas, me encontré con él en el pasillo, y expresándole mi alegría por lo acontecido, le pedí que nos sacáramos una foto, a lo que accedió muy gustoso.
Marcos jugó para Excursionistas también la próxima temporada (2012/13), volviendo a tener una tarea descollante en la Copa Argentina. El Verde pasó sus dos primeras fases luego de empatar y ganar por penales (ante Temperley y Flandria), instancias donde Fasanella volvió a lucirse. En la tercera fase, con Gimnasia La Plata, lesionado, debió salir en el transcurso del partido. Lo suplantó Malnero, lo que no fue impedimento para que luego de otro empate, el Verde volviera a marginar a su adversario por la misma vía. A continuación llegó el choque contra Boca, donde jugó Malnero.
Después del encuentro con Gimnasia Fasanella ya no jugaría en Excursionistas. Había arrancado su extensa carrera en San Telmo (2007/08), siguió en Sacachispas (2009/10), y tras pasar por Excursionistas, atajó en el CADU y J. J. Urquiza (ambos en 2013/14), volvió a Sacachispas para el Transición 2014, en el torneo 2015 estuvo en San Martín y en 2016 llegó a Dock Sud, retirándose en 2016/17 en el mismo club. Siempre jugó en Primera C, a excepción del comienzo de su trayectoria, donde atajó para San Telmo en la B Metro.
Y una anécdota personal
Dos partidos, únicamente, vi de Excursionistas en 2011/2012. El 4 de febrero de 2012 fue el primero. Por la Primera C, el equipo de Cisneros derrotó 3 a 0 a Midland, con dos goles de Quintana y uno de Ledesma. El segundo, fue el cruce con Olimpo por la Copa Argentina, en cancha de Platense. Cada partido encierra vivencias muy especiales. Por eso, vayamos por partes.
-El viernes de 3 febrero me habían hecho ese estudio al que tanto miedo le tenía. Era una simple colonoscopía, de lo más común en lo tiempos que corren. Pero como comenté líneas arriba, mi susto era realmente importante. Al salir "ileso" del Sanatorio Colegiales, viví una intensa alegría los momentos posteriores. También el día siguiente. Y para redondear el festejo, ¿qué mejor que ir en familia a la cancha? Mi propuesta le pareció atractiva a Romina y hacia el Bajo Belgrano partimos, con la idea de que ella se quedara tomando algo en un bar de Libertador, y que Ari, Sabri y yo, veamos el segundo tiempo. Si con Ariana se dificultaba ver el partido completo, con las dos nenas, hubiera resultado todavía más engorrosa la misión. Para mi hija menor, se trataba de su debut en Pampa y Miñones. Excursio ganaba 2 a 0 al cabo del PT y cerca del epílogo, Ledesma conquistó el tercero. Del desarrollo no recuerdo nada. Pero como testimonio de esa tarde, me quedó una foto publicada en mi facebook, seguramente, sacada por mi primo Edy. Estamos Ari -con sus cuatro añitos-, Sabri -a la edad de ocho meses- y yo. Del cochecito de Sabri, cuelga la casaca albiverde que llevé desde mi casa, más atrás se observa el alambrado de la tribuna lateral (ex madera) y en un plano más lejano, aparece la popular de José Hernández, embanderada de verde y blanco.
-El jueves 22 de marzo Excursionistas y Olimpo se enfrentaron por la novedosa Copa Argentina. El Verde venía de empatar con J. J. Urquiza, Argentino de Merlo y Huracán, y eliminarlos a todos, por la vía del penal. Con los bahienses volvió a ser empate, pero esta vez la definición le fue esquiva. En lo personal viví con tristeza la derrota, si bien era lo que rodeó al partido, lo que más sensaciones de satisfacción me provocaron.
La entrada fui a comprarla días antes al club, tal como estaba estipulado. Ese jueves, llegué en colectivo hasta Puente Saavedra y caminé hacia el estadio calamar. Había una larga fila para ingresar a la cabecera de la General Paz. Me sumé a ella. En un lapso de pocos minutos, me topé con Leo Gentili y Daniel Mames, casualmente, la dupla relator-comentarista en antiguas transmisiones radiofónicas. Ya dentro del estadio, el gentío era importante. Me ubiqué en lo alto de la popular, bastante a la izquierda, de frente al campo de juego. Desde allí intenté disfrutar... Era la primera vez en casi ocho años, que veía un partido completo de Excursionistas. Pero claro, por todo lo que había en juego, la tensión amenazaba con equiparar al goce.
A los 23' Pavlovich puso en ventaja al equipo del Nacional B. Pasaron los minutos y el tanteador no se movió. Primer tiempo, segundo tiempo… Se consumía el partido. El árbitro Sabino dio el descuento y en el tercer minuto de tiempo adicionado, pelota en los pies de Quintana y… ¡gol de Excursionistas! Lo grité con fuerza. Entre mis vecinos de tribuna, al único que conocía era a Raúl Arias. En cuestión de milésimas de segundo, hicimos contacto visual y el Flaco tomó la iniciativa de estirar sus brazos. Retribuí su acción y con esa mezcla de nervio y energía, nos confundimos en un breve pero sentido abrazo. La ilusión posterior se apagó cerca de la medianoche. Esta vez Fasanella no pudo contener ningún disparo (además metió uno). Tombolini sí atajó el tiro del Pato Roldán y Olimpo se fue ganador a los vestuarios, mientras la multitud albiverde se retiraba de Vicente López.
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