Este es sólo uno de los 40 capítulos de "Excursionistas y yo". El libro completo podés leerlo y descargarlo gratuitamente con sólo clickear sobre la tapa, arriba y a la derecha de este blog. Foto: Nosotros Somos Excursionistas.
Excursio...
Llegado de Luján, Sergio Rondina se encontró con la tarea de levantar un debilitado promedio. Con el correr de las fechas, iría cumpliendo ese objetivo y además, su consecuencia directa: llevar al equipo a la lucha por el título. Si bien se hicieron varias incorporaciones, también se retuvo a jugadores que causaron una impresión positiva en 2007/2008: el arquero Bustos, Rizzo, Leandro Pérez, Tello, Bertollo, Módica -que estuvo un largo tiempo lesionado- y por supuesto, el histórico Della Marchesina. ¿Caras nuevas? Aguilar, Crespín, Parentini y Gásperi (todos de Luján), Castillo y Chunco (Argentino de Merlo), Canuto (Central Córdoba), Del Río (Barracas C.), Modolo (inferiores de Racing), Paccor (Tristán Suárez), Zamponi (Fénix) y el arquero Barrera (Dock Sud).
Hubo dos regresos: Adrián Gerry, quien luego del excelente 2005/2006 había jugado en Almirante Brown, Barracas Central y El Porvenir, y Patricio Roldán, cuya última temporada en el Verde (2002/2003) precedió a un periplo por el fútbol del Interior.
En el transcurso de la temporada, por diferentes razones, se desvincularon Modolo (que no jugó ni un partido), Tello, Bertollo, Módica y el tercer arquero Lucas Pan.
Por su parte, reforzaron al equipo en el receso, Federico Díaz (Deportivo Español), Tobías Bringas (Chacarita), Patricio Marinelli, (quien luego de hacer las infantiles en el club jugó en inferiores de Vélez y Huracán) y Leandro Giusti, de Colegiales (aunque éste no llegó a actuar oficialmente).
Excursionistas tuvo un arranque irregular pero cuatro triunfos en fila a partir de la sexta fecha, lo condujeron a pelear arriba. El primer éxito de la serie, fue ante San Carlos, el equipo que finalmente sería campeón. Al Verde no le alcanzó. A pesar de haber levantado considerablemente el rendimiento en relación al campeonato anterior, quedó en el umbral del ascenso. En la tabla general, terminó cinco puntos más abajo que los de Berisso, compartiendo el segundo puesto con Berazategui (ambos sumaron 68 unidades).
El reducido para acceder a la Promoción lo tuvo como protagonista hasta la última instancia. Superó a Lamadrid y Villa Dálmine, pero en la final no pudo hacerlo con Berazategui. La ida la ganó el team de Rondina en Pampa y Miñones 1 a 0. En la revancha, los Naranjas se impusieron por idéntico marcador, y la colocación en la tabla los favoreció a la hora de clasificar. En la Promoción, se enfrentaron con San Telmo, que mantuvo la categoría.
Y yo...
Si estuve alejado del club en los cuatro torneos precedentes, en 2008/2009 la distancia se agudizó más aún. A las razones enumeradas, se sumaba mi flamante paternidad. Las prioridades, ahora, eran otras. El individualismo extremo, en un abrir y cerrar de ojos, quedaba sepultado en el pasado y era preciso pensar en función de familia, hecho que me acarreó no pocos conflictos internos. Todo lo que se vinculaba a hobbys, pasatiempos o recreación, ya no se podía realizar libremente, omitiendo restricciones de lugares u horarios. En cambio, respetar las obligaciones de padre era prioridad número uno en la escala de valores.
Por citar un solo ejemplo (podría nombrar muchos más), debía borrar de mi imaginaria agenda la idea de dormir una siesta si a la misma hora, mi esposa y la nena tenían turno con el pediatra. Acostumbrado a manejar actividades y horarios a mi antojo, no me resultó sencillo llevar de la teoría a la práctica semejantes cambios.
Por otra parte, con un bebé recién nacido en casa, ya de por sí, los primeros meses suelen ser dificultosas para padres primerizos. En nuestro caso específico, muchas noches eran complicadas. Ari dormía de a ratos, se despertaba seguido y lloraba descontroladamente.
Hoy rememoro aquellas jornadas con cierta nostalgia, pero también recuerdo -y no una sonrisa- la impotencia que me generaban esos largos llantos, el no poder descansar bien, el fastidio acumulado, los puñetazos en las paredes como producto de la impotencia, las discusiones de pareja...
En ese contexto, ¿dónde había quedado Excursionistas? En lo que respecta a mi vuelta a los estadios, bastante lejos. No obstante, Ari ya contaba con su body albiverde y una remerita con el escudo del CAE, prendas que yo mismo me encargué de comprar en sus primeros días de vida.
Pese a todo, nunca perdí la noción de lo que sucedía con el club, tanto a nivel deportivo como institucional. Las audiciones comandadas por Leo Gentili y los diversos sitios de Internet proporcionaban constante información procedente de ambas áreas. Eso me permitía manterme al tanto de las novedades.
Y en el tramo final de la temporada 2008/2009, cuando Excursio se jugaba nuevamente el ascenso, algo cambió en mi interior. La resistencia que me condujo a estar tanto tiempo apartado fue diluyéndose, a tal punto que un día mi cabeza hizo un clic y comprobé que mi vínculo con el club volvía a ser el de antes. Ya me sentía habilitado para pisar otra vez el Bajo Belgrano y gozar o sufrir los noventa minutos a la par de cualquier leal o preregrino, respectivos motes que le dieron, cada uno en su momento, Black y Gentili, a los seguidores albiverdes.
El retorno no llegó a plasmarse durante esa temporada, aunque muy pronto se concretaría.
Un dato de color
Una impresionante trayectoria (más de 500 partidos) construyó Ezequiel Bustos en su paso por las canchas del ascenso. Arquero de la clase ‘71, debutó en 1991 en Italiano y a partir de su presentación en el arco «azurro» sumó unos quince años de carrera, entre Nacional B, Primera B, Primera C y Argentino B.
A Excursionistas llegó para la temporada 2007/2008 y pese al flojo nivel colectivo, sus actuaciones llevaron a la dirigencia a tratar de retenerlo. Estuvo a punto de emigrar pero finalmente se quedó, alternando en la valla «albiverde» con Darío Barrera.
Hasta su fichaje en el club, el «Gato» había pasado por Italiano, Español, All Boys, nuevamente Español, Almirante Brown, Alvarado de Mar del Plata (Argentino B) e Ituzaingó (aquí comenzó su periplo en la C). Luego de Excursionistas, siguió jugando, siempre en la misma categoría, en el CADU, San Miguel, otra vez Español, Laferrere y Lamadrid.
¿Una par de curiosidades? A Excursio lo enfrentó seis veces tras su ida y el Verde nunca perdió. Ganó cuatro (dos al CADU y dos a Español) y empató con San Miguel dos encuentros. La primera vez que le tocó enfrentar a su ex equipo, Defensores Unidos perdió 5 a 1 en su propia cancha de Zárate, el 31 de octubre de 2009.
Su protagonismo en el clásico «Dos Penínsulas» es otro dato a tener en cuenta, ya que tuvo un largo recorrido por Italiano y Español (donde actuó en tres etapas y fue campeón de la B en 2001/02).
Y una anécdota personal
Se jugaba la tercera fecha del campeonato. Excursio empataba 0 a 0 con Argentino de Merlo en el Bajo Belgrano. De pronto, Antonio Gorsd se descompuso mientras observaba el partido disputado el 18 de agosto. Con suma urgencia, fue trasladado al Hospital Pirovano en la misma ambulancia que efectuaba la cobertura médica del espectáculo. Instantes después, falleció. El encuentro se suspendió y continuó el 3 de septiembre, sin que se modificara el marcador.
Antonio era el vicepresidente del club en ese momento. Su historia en el CAE empezó a muy corta edad. Jugó en las divisiones inferiores, siguió vinculado como hincha y más adelante lo hizo también en su rol de padre, ya que su hijo Germán arrancó en el baby, e hizo todas las inferiores, llegando a la primera en 1991. Antonio integró la CD que conducía Guillermo Black, luego fue vicepresidente de Enrique Viva y a fines de la década del 80, quedó como máximo mandatario, hasta 1991, cuando fue sustituido por Raúl Padró, que encabezaba otra Comisión Directiva. Su función volvió entonces a ser la del "hincha común", más allá de prestar su colaboración en forma constante a las autoridades de turno, aunque ya no fuera dirigente.
Lo conocí personalmente durante este período, en el cual colaboraba económicamente "desde afuera", al igual que tantos socios que de su bolsillo aportaban dividendos para la campaña futbolística. Fui a verlo a su negocio ubicado en Echeverría entre Libertador y Migueletes con una finalidad concreta: tirarle el "mangazo" para que pusiera una publicidad en Esto es El Ascenso, la revista que estábamos armando con mis compañeros de la carrera de periodismo. A pesar de que jamás había cruzado con palabra con él y que de la revista todavía no había salido ni el primer número, enseguida me dijo que sí. Allí comenzamos una cordial relación. Mes a mes, iba a Talleres Raso a cobrar los cien pesos/dólares que costaba el espacio de un cuarto de página. El negocio estaba al fondo de una galería y había que subir una pequeña escalera para acceder a él.
Años más tarde, volví a recurrir a su generosidad, cuando escribí el libro "Excursio Una Historia de Amor y Aguante". Debí solventar su costo con publicidad y tampoco me falló. Para ese libro, le formulé un reportaje que titulé: "Un belgranense de ley".
La próxima vez que lo traté con fluidez, yo era administrativo del club. Cada tanto, Antonio iba a la secretaría a conversar con los directivos. En una oportunidad, en enero de 2002, me entregó unos datos para que hiciera un carnet de socio: acababa de nacer en México su nieta Sofya, la hija de Germán, que estaba jugando en dicho país.
A mediados de la década, aceptó la propuesta de volver a integrar formalmente una Comisión Directiva y se convirtió en vicepresidente de Armando Mainoli. Cumplía esa función cuando sufrió el infarto en la platea del club. A esa misma platea, se le asignaría una flamante denominación: Antonio Gorsd.
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