UN CELULAR QUE HACE MAL
El hijo del vecino (*) tiene un año y como
muchos chicos de su edad, ya usa el celular de su mamá para ver videos. Ella se
lo da pero al rato le pide que se lo devuelva. El nene se resiste. La mamá dice
se “terminó”, y le quita el aparato, ante el llanto de su
hijo.
Esta escena permite recordar la relación que
existe entre Dios y nosotros, que somos como ese niñito incapaz de comprender
que quieren protegerlo de peligros que él no logra percibir. Nuestro Creador
sería como esa madre que por sabiduría y experiencia, entiende qué le hace bien
y qué le hace mal al pequeño. Mientras los padres enseñan, corrigen y
disciplinan, al niño le cuesta hacer caso y se rebela.
Hay gente que, considerando el manual de vida
que Dios nos dejó, se pregunta la razón de determinadas normas o prohibiciones.
Es que el motivo no siempre figura en las Escrituras. Volvamos al caso de la mamá
y su hijo caprichoso. ¿Acaso ella le hace este comentario? “Hijo, a
corto o largo plazo, esto puede provocar en tu visión daños irreparables. La radiación
de la pantalla altera tal órgano y tal mecanismo de tu ojo podría funcionar mal
si no se lo cuida, etc, etc”. Debido a su corto razonamiento, el chico no lo
entendería. Entonces, la mamá se limita a decir “esto no”y a lo
sumo, agrega “te hace mal”. Dios
nos creó, nos da la vida, nos salva. Pero no tiene que explicar la razón de Sus
leyes o Su modo de hacer las cosas. Él es soberano y con nuestro limitado
entendimiento, tampoco comprenderíamos Su infinita sabiduría. Por eso, en vez
de rebelarnos, exigir explicaciones o tratar de descifrar causas, acatemos Sus
indicaciones, que fueron formuladas en base a un inmenso amor, similar al que una
madre le tiene a su hijo.
Dice la Biblia: Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos -declara el Señor-. Porque como los cielos son más altos que la tierra, así mis caminos son más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos. Isaías 55:8-9. LBLA.
(*) El hijo del vecino podrías ser vos o yo. O cualquier hijo de vecino.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario