El camino de la vida se desanda paso a paso. Momento
a momento. La vida es precisamente eso: una suma de momentos. ¿Quién no
desearía disfrutar de la vida? Una clave importante, entonces, será, en primer
lugar, tratar de disfrutar de los momentos. El problema, es que no nos
detenemos a hacerlo porque todo el tiempo estamos pensando en lo que viene. Todavía
no dimos un paso y ya tenemos la mente en el próximo. Cuando hayamos dado el
próximo, nuestra cabeza se concentrará en el siguiente, y así sucesivamente. Todo
el tiempo estamos intentando llegar a algún lado, pero el lugar en el cual
estamos aquí y ahora, ¿cuándo lo disfrutamos? Si no logramos disfrutar el
momento, es probable que tampoco disfrutemos el recorrido entero.
Esto se puede comprobar, incluso, dentro de los
límites de un mismo día: mientras estoy trabajando, quiero que termine mi
horario. Mientras estoy viajando, quiero llegar a casa. Mientras, estoy en
casa, quiero finalizar con mis tareas para ver la televisión. Mientras veo la
televisión, mi cabeza ya está en el día de mañana.
Existe un dicho muy conocido, que se refiere a tratar
de disfrutar del recorrido, en vez de obsesionarnos con la llegada. En teoría
suena muy lindo, pero en la práctica, solemos olvidarnos de aplicarlo. Pero
Dios mismo, nos alienta a que dejemos de lado esta actitud para concentrarnos
en el presente. Él sabe lo perjudicial que resulta esta manía de estar
continuamente preocupados por lo venidero y a través de la Palabra, nos
aconseja evitarlo. Como también conoce nuestras debilidades, nos anima a que lo
busquemos para así poder ayudarnos a que tengamos eso y mucho más, lo que incluye,
esa paz que sólo Él es capaz de darnos.
Un sustento bíblico:
(Dijo Yeshúa –Jesús-): “Así que no se preocupen por
el mañana, porque el día de mañana traerá sus propias preocupaciones. Los
problemas del día de hoy son suficientes por hoy”. Mateo 6:34.
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