EL CAMINO DEL SUFRIMIENTO
La vida se asemeja a un camino que comenzamos a
transitar desde que venimos al mundo. A muchos nos gusta andar por ese camino
juntando cosas. Como si lleváramos una mochila y a lo largo del trayecto
pudiéramos meter en ella las piedras que nos resultan atractivas, la vida también
nos permite ir depositando elementos que vamos alojando en nuestro interior. Sin
embargo, sucede que a veces, lo que imaginábamos como positivo, deja de serlo.
De todos modos, nos cuesta deshacernos de eso y seguimos llevándolo encima. Llega
un momento, en que la mochila que trasladamos se convierte en una pesada carga
donde más allá de lo bueno, acumulamos tristeza,
dolor, fracaso, frustración, errores, miedos, angustia, sufrimiento, problemas
complicados de solucionar… Ante tales circunstancias, el comportamiento es
diferente, de acuerdo a cada persona. Muchos se empeñan en querer seguir
llevando solos el inmenso peso que tienen en sus espaldas. En cierto momento,
no pueden más, pero no les queda otra alternativa que seguir adelante. Y esto
multiplica todavía más sus padecimientos.
Lo que quizás no sepan es que hay alguien que desinteresadamente
se ofrece a llevar la gigantesca mochila por nosotros y así alivianar nuestro
paso por el camino. Ese alguien ese es Yeshúa (Jesús), el hombre en el cual
Dios se hizo carne y cuando estuvo en la tierra debió atravesar por situaciones
tan difíciles como las que nos tocan a nosotros.
En Él, tenemos la gran posibilidad de hallar el
descanso que necesitamos. No lo veremos con los ojos, pero si lo buscamos a
través de la fe, porque nos ama, lo encontraremos caminando a nuestro lado,
dispuesto a que con sinceridad le confesemos lo que nos pasa y le entreguemos
esa costosa carga que tanto nos dificulta el andar.
Un sustento bíblico:
(Dijo Yeshúa –Jesús-): Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Mateo 11:28.
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