viernes, 23 de junio de 2023

PERMÍTANME ESTA REFLEXIÓN

PREGUNTAR MENOS, CONFIAR MÁS

El ser humano, curioso por naturaleza, tiende a hacerse preguntas. Hay gente que busca “saber todo” para paliar la inseguridad y la angustia que genera habitar un universo incalculable y nuestro paso por la vida. Pero las respuestas a numerosas preguntas existenciales que el hombre se ha formulado constantemente, están más cerca de lo que muchos imaginan: en la Biblia, este libro que pese a ser ignorado y menospreciado, le ha cambiado la vida para bien a tantas personas.

No obstante, mientras dure nuestra travesía por ella, no podremos enterarnos de todos los misterios que nuestra curiosidad desea descubrir, porque solamente aquello que Dios quiso que el hombre supiera, está dentro de las páginas de este libro sagrado. Ante esta situación, la de no poder “saber todo”, como seguramente nos gustaría, sólo debemos depositar nuestra confianza en Él, intentando comprender que no hace falta tener conocimiento de cada detalle de lo que sucede en el mundo de Dios, pues el que lo controla es su creador, y no nosotros, quienes por más amor que Él nos tenga, apenas somos pequeñísimas criaturas dentro de la incomprensible inmensidad del universo.

Frente a tal panorama, lo más aconsejable es tratar de profundizar nuestra sabiduría en las cosas reveladas, es decir, en lo que figura en las Escrituras, y no frustrarnos por no acceder a grandes misterios que el ser humano, por mayor inteligencia y conocimientos científicos que tenga, no podrá desentrañar.

En otras palabras, en vez de gastar tiempo y energía detrás de interrogantes insondables, confiar más en la protección, el poder y el amor de Aquél que en todo momento vela por el bienestar de sus hijos.

Un sustento bíblico:

Solo en Dios halla descanso mi alma; de él viene mi salvación. Salmo 62:1.




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