LA ESPERANZA EN LA PROMESA
El hijo del vecino (*) acostumbrada a ver la televisión, a escuchar la radio y a leer las noticias por internet. Tan atento estaba a ciertas cosas, que se daba cuenta de cómo el mensaje transmitido por los medios de comunicación influía en las personas que integraban la sociedad, alcanzando también a su propio círculo familiar, que no estaba al margen de la penetración cultural.
El hijo del vecino leía las Escrituras y comprobaba que el mensaje de Dios era contrario a muchos hechos que para esos medios de comunicación (y en consecuencia para la sociedad), tenían el rótulo de “normales”. En Su Palabra, además, estaba bien claro: Dios había anticipado que en general, el mundo iría apartándose de Él y de los lineamientos que dejó para beneficio de la humanidad. Por eso, lo que hoy estaba ocurriendo, lo entristecía, aunque no lo sorprendía.
El hijo del vecino sabía que Dios advirtió severamente a aquellos que llamen a lo malo bueno, y a lo bueno, malo. Y comprendió que eso era justamente lo que pasaba en la actualidad: las instrucciones de Dios estaban vistas como inadecuadas o pasadas de moda. Entretanto, lo que Él señaló como pecado, se practicaba abiertamente y sin remordimientos.
El hijo del vecino se preocupaba al pensar que incluso sus seres queridos, influidos por un entorno inevitable, más que acercarse al mensaje de amor y salvación, creyendo que iban por el camino correcto, peligrosamente se inclinaban hacían el lado opuesto. Pero el hijo del vecino seguía dando batalla, aferrado a una sólida esperanza. A pesar de que las circunstancias eran difíciles, confiaba en la mano poderosa del Señor, en Sus promesas y en Su fidelidad, para que en medio de la tempestad, estuviera garantizada la llegada a ese puerto seguro, que es la eternidad junto a Él.
Un sustento bíblico:
-Cree en el Señor Yeshúa (Jesús); así tú y tu familia serán salvos -le contestaron. Hechos 16:31 (NVI).
(*) El hijo del vecino podrías ser vos o yo. O cualquier hijo de vecino.
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