viernes, 13 de enero de 2023

PERMÍTANME ESTA REFLEXIÓN

EL PASO DE LAS GENERACIONES

El hijo del vecino (*) creció en un hogar considerado normal... Durante su infancia, hacía lo de tantos niños... Disfrutaba del amor de su familia, iba al colegio, veía la televisión, leía libros, jugaba con otros chicos En su casa trataban de darle los gustos y de ponerle límites si había que hacerlo. De acuerdo a los lineamientos de la sociedad tuvo una crianza que estaba dentro de lo políticamente correcto.

Pasaron muchos años y ya de adulto, al repasar ciertos versículos bíblicos, prestó atención a un pasaje que nunca antes se detuvo a analizar: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y diligentemente las enseñarás a tus hijos, y hablarás de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes (Deuteronomio 6:6-7). En este versículo, a través de Moisés, Dios estaba instruyendo a que la gente no dejara de seguir Sus enseñanzas, a pesar del paso de las generaciones: “… las enseñarás a tus hijos, ordenó el Señor.

El hijo del vecino se dio cuenta de que en su hogar este mandamiento había sido pasado por alto. Nadie le había hablado del amor de Dios. De lo contrario  –pensó-, habría tenido mejores armas para enfrentarse a las dificultades que la vida le depararía. Él había tenido, tal vez, mucho de lo que un niño de esta sociedad quisiera tener, pero le faltó la instrucción de Dios. Por eso, más adelante, no supo cómo acercarse a Él cuando los sabios consejos de nuestro Creador le hubieran hecho mucha falta.

Cuando retomó la lectura de la Palabra vio aquel sabio mensaje, y tantos más, que lo ayudaron a encontrar respuestas y a llenar un triste vacío. Se sintió feliz, porque a pasar del tiempo transcurrido, entendió que nunca es tarde para volver a Dios.

Dice la Biblia: Porque yo soy el Señor, tu Dios, que sostiene tu mano derecha; yo soy quien te dice: “No temas, yo te ayudaré”. Isaías 41:13.

(*) El hijo del vecino podrías ser vos o yo. O cualquier hijo de vecino.



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