Qué mejor que hacerlo en paz...
Hay etapas de la vida en la que se nos da por rebelarnos. Esto puede ocurrir durante nuestra adolescencia, aunque también en diferentes momentos. Hacemos cosas que nuestros padres nos aconsejan que no hagamos y lo mismo sucede con órdenes que nos da el profesor en la escuela o el jefe en el trabajo. Le encontramos un sabor especial a desobedecer una recomendación (más todavía, si no somos descubiertos), como si nos sintiéramos más importantes o nos eleváramos de nivel. Nos vemos poderosos. Pensamos que violar una ley implica que nuestros amigos nos van a mirar con más respeto. Que ser trasgresores nos pone del lado de los vivos, y que los que acatan las leyes son tontos. Creemos que nosotros somos los que tenemos la razón, y quienes nos dicen lo que tenemos que hacer no saben, no entienden, están viejos o pasados de moda.
No tenemos la humildad para reconocer que quienes
impartieron las reglas –en casa, en el colegio, etc-, más allá de que pueden
equivocarse, tienen más experiencia y lo hicieron para nuestro bienestar y el
de las personas que nos rodean.
Así también ocurre en la relación entre el ser humano
y su Creador. Hay gente que no quiere saber nada con Dios, porque esto
significaría que a la par de creer en Él, debemos aceptar las reglas que el
Señor nos da para que vivamos mejor. Es que una cosa, viene acompañada de la
otra, pues Dios y Su justicia no pueden separarse. Y como en función de nuestra
naturaleza rebelde, nos enfrentamos a leyes que no son cómodas ni simpáticas de
cumplir, muchos eligen ignorarlo, afirmando que es autoritario, que no nos ama
o que no existe. Entonces, siguen su vida lejos de Dios y de Sus instrucciones.
Aquí, los que dictan las normas pueden equivocarse,
pero la justicia y la sabiduría del Eterno son perfectas. Si disgustados con
nuestros padres nos vamos de casa, quizás nunca volvamos y nada pasará. En cambio,
algún día, estaremos ante Dios. Y qué mejor que hacerlo llenos de la paz de
haber caminado junto a Él en nuestra vida terrenal.
Un sustento bíblico:
Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado. Isaías 26:3.
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