NOCHES QUE SE APROXIMAN
El hijo del vecino (*) recordaba lo sucedido un par de años atrás en la madrugada del 25 de diciembre y deseaba fervientemente que no volviera a ocurrir. Aquel día, con su esposa, intentaban dormir, pero el estruendo proveniente del departamento de al lado se los impedía. Cerca de las 2:30 AM, otro vecino, desde la vereda, se había acercado a la ventana a preguntar cuándo terminarían la fiesta. Le respondieron que pronto. Pero más allá de las 3 AM la música muy fuerte y los gritos seguían… Como a las 3:30 el hijo del vecino se levantó y golpeó la puerta de los ruidosos. Una vez que les pidió que bajaran el volumen, la puerta se cerró. Por unos segundos se hizo silencio y se escucharon risotadas. Después, la música se reanudó, hasta que pasadas las 4 AM, se acabó la reunión.
El hijo del vecino también recordaba las noticias de los diarios después de las fiestas de Navidad y Año Nuevo: accidentes de tránsito, peleas, heridos, ¿muertos?… Y el alcohol, como gran protagonista de lamentables sucesos que ocupaban considerable espacio en los portales. El hijo del vecino tenía guardado un breve escrito y quiso releerlo: “Las familias se reúnen en torno a la mesa navideña, se habla de amor, paz y -desde luego-, del arbolito, de los regalos. Santa Claus es el gran protagonista. Pero insólitamente, ni a Dios ni a Su Hijo se los menciona”. Líneas más arriba, decía: “… en los años posteriores a Su muerte y resurrección, los seguidores del Mesías no conmemoraban el natalicio. En la Biblia, la fecha de Su nacimiento no figura. Recién más de 300 años más tarde, en tiempos en que el Imperio Romano impuso el cristianismo, se decretó el 25 de diciembre como día de Navidad. Estudiosos del tema, coinciden en que el hecho de congraciarse con las multitudes idólatras que en la misma fecha agasajaban a sus dioses paganos, es una causa que motivó a Roma a escoger este día”.
El hijo del vecino terminó de leer y siguió haciendo otras tareas. Sólo faltaban unos días para el 25 de diciembre.
Dice la Biblia:
Si afirmamos que tenemos comunión con Él, pero vivimos en la oscuridad, mentimos y no ponemos en práctica la verdad. 1 Juan 1:6.
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