sábado, 24 de septiembre de 2022

PERMÍTANME ESTA REFLEXIÓN

 LA CULTURA DEL LAVADO DE CABEZA

Hay personas que se enorgullecen por tener convicciones y por no dejarse influenciar por nada ni nadie. Al mismo tiempo menosprecian a los creyentes porque según dicen, estos están influenciados o les lavaron la cabeza, cómo se dice vulgarmente. Y una parte de razón tienen, porque todos los que nos rodeamos de gente, de una u otra manera,  intervenimos sobre los demás en forma constante. Hay algunos que eligen sus influencias. Sin embargo, quizá haya muchos más, que no lo eligen, pero son influenciados sin darse cuenta, porque hay una influencia que no se elige sino que se incorpora lentamente desde una edad muy temprana: es la influencia cultural que ejerce sobre nosotros el ámbito en el cual nos toca vivir. Ese inmenso conjunto de usos y costumbres que nos rodean, de modo gradual y silencioso, irá incidiendo sobre nuestro pensamiento y moldeará nuestras conductas casi sin que lo notemos.

En nuestra cultura Dios fue dejado de lado. Por eso, hacer lo que Él manda, para mucha gente está visto como una señal de fanatismo o de debilidad. Entretanto, los que viven sin Dios, tal vez estén orgullosos de no haber cedido a sus convicciones, pero no reparan en que sólo han sido víctimas de un sistema cultural que sigilosamente les lavó la cabeza y les hizo creer que no lo necesitan. Su Palabra afirma que todos estamos a tiempo de romper la influencia que procura apartarnos de Su amor. A quienes deseen al menos intentarlo, Él los espera con los brazos abiertos.

Un sustento bíblico:

Confía en el Señor de todo corazón, y no en tu propia inteligencia. Reconócelo en todos tus caminos, y Él allanará tus sendas. Proverbios 3:5-6.


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