LA CULTURA DEL LAVADO DE CABEZA
Hay personas que se enorgullecen por tener
convicciones y por no dejarse influenciar por nada ni nadie. Al mismo tiempo
menosprecian a los creyentes porque según dicen, estos están influenciados o “les
lavaron la cabeza”, cómo se dice vulgarmente. Y una parte de
razón tienen, porque todos los que nos rodeamos de gente, de una u otra manera,
intervenimos sobre los demás en forma
constante. Hay algunos que eligen sus influencias. Sin embargo, quizá haya
muchos más, que no lo eligen, pero son influenciados sin darse cuenta, porque
hay una influencia que no se elige sino que se incorpora lentamente desde una
edad muy temprana: es la influencia cultural que ejerce sobre nosotros el ámbito
en el cual nos toca vivir. Ese inmenso conjunto de usos y costumbres que nos
rodean, de modo gradual y silencioso, irá incidiendo sobre nuestro pensamiento y
moldeará nuestras conductas casi sin que lo notemos.
En nuestra cultura Dios fue dejado de lado. Por
eso, hacer lo que Él manda, para mucha gente está visto como una señal de
fanatismo o de debilidad. Entretanto, los que viven sin Dios, tal vez estén orgullosos
de no haber cedido a sus convicciones, pero no reparan en que sólo han sido víctimas
de un sistema cultural que sigilosamente les “lavó la
cabeza” y les hizo creer que no lo necesitan. Su
Palabra afirma que todos estamos a tiempo de romper la influencia que procura
apartarnos de Su amor. A quienes deseen al menos intentarlo, Él los espera con
los brazos abiertos.
Un sustento bíblico:
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