viernes, 10 de noviembre de 2023

PERMÍTANME ESTA REFLEXIÓN


 UN LLANTO MUY PREVISIBLE.

“No subas ahí porque podés golpearte…” El hijo del vecino (*) escuchaba lo que decía su papá, pero igual quería salirse con la suya, y trataba de treparse a un banquito que era demasiado alto para sus dos añitos. Su papá no insistió más y dejó que el niño siguiera haciendo sus intentos. De pronto, se cayó al sueño, se lastimó y lloró por un largo rato.

La situación del ser humano con respecto a Dios, es muy similar a la que un niño pequeño tiene con sus padres. En base a Su amor, el Señor nos da indicaciones que son para nuestro beneficio. Sin embargo, nosotros tendemos a ignorarlo, a desconocer las indicaciones, a rebelarnos, a creer que todo lo sabemos mejor. Sus instrucciones, al igual que Su mensaje de amor y salvación, han sido asentadas en ese manual de vida que son las Escrituras. Pero el ser humano, por lo general, elige no darle importancia, rechazándolo y burlándose de la Biblia, el manual.

Un padre que ama a un hijo, muchas veces, debe darle órdenes para cuidarlo. El niño, sin entenderlo, quizás se enoje y dirá que “papá es malo”. Y así como el hijo del vecino lloró luego de no hacer caso y caerse, a los habitantes del planeta nos sucede lo mismo, cuando insistimos en pasar por este mundo como si Dios no existiera y por ende, desechamos las indicaciones que nos da para que vivamos mejor.

Las consecuencias de este comportamiento están a la vista. Pueden verse en un lastimoso llanto, que son los graves problemas que sufre el mundo a nivel global, y en las dificultades que nos toca atravesar individualmente, cuando desoímos los sabios mandatos de un Padre que nos ama.

Un sustento bíblico: 

Al fracaso lo precede la soberbia humana; a los honores los precede la humildad. Proverbios 18:12.

(*) El hijo del vecino podrías ser vos o yo. O cualquier hijo de vecino.


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