sábado, 6 de mayo de 2023

INTELIGENCIA SUPERIOR

Al pensar en el título de esta nueva reflexión, opté por Inteligencia Superior. Otra de las frases adecuadas que encontré fue Inteligencia Celestial. Inteligencia Superior, Inteligencia Celestial… Al fin y al cabo, son dos frases que vinculadas a la sabiduría que procede de nuestro Señor, mientras aquí en el mundo de hoy, cobran cada vez más fuerza 2 palabritas como Inteligencia Artificial, que indican que el hombre está alcanzando grandes objetivos en cuanto al conocimiento y a su aplicación.

Se habla de grandes conquistas gracias a la IA. Tanto, que abruman y hasta asustan. ¿Hasta donde podrá llegar el hombre en su afán de avanzar más y más, de saberlo todo? Algunos se formulan preguntas inabarcables, muy vinculadas a las películas de ciencia ficción que hoy por hoy ya no parecen estar tan distantes de la realidad… ¿Qué va a pasar con la humanidad ante el avance de los robots? ¿Las máquinas van camino a superar a la mente humana? ¿Podrá la IA salvar al hombre? ¿O terminará destruyéndolo?

Por ahora, no hay una respuesta concreta. Lo que sí es concreto, es que en función de estos descubrimientos, la especie humana va llenándose de soberbia. El hombre cree que lo puede todo. Que su poderío va en aumento, que su dominio no tiene límites.

Mientras esto ocurre en el día a día de los seres humanos, hay un Creador que pacientemente espera que las personas se vuelvan a Él. Que dejen atrás su codicia, su rebeldía y entiendan que detrás de este maravilloso Universo existe un poderoso diseñador que todo lo hizo. Pero cabe entonces hacerse otra pregunta… si el hombre avanza y avanza sin cesar en su conquista por el conocimiento, ¿hasta donde será capaz de tener la humildad para entender que él no es el amo de Universo? ¿Hasta qué punto será capaz de reconocer que hay alguien que todo lo creó y de entregarse a Su voluntad?

Por como marcha el mundo, esto parece bien pero bien difícil.

Veamos lo que dice este versículo bíblico:

Hebreos 3:4

Porque toda casa tiene su constructor, pero el constructor de todo es Dios.

Esta es una de las tantas apreciaciones mediante las cuales las Escrituras afirman que el Señor es el Creador del Universo y de todo cuanto hay en él. Veamos otra:

Romanos 11:36

Porque todas las cosas proceden de él, y existen por él y para él. ¡A él sea la gloria por siempre! Amén.

Y otra más:

Salmo 121:1-2

A las montañas levanto mis ojos; ¿de dónde ha de venir mi ayuda? Mi ayuda proviene del Señor, creador del cielo y de la tierra.

Son solo 3 versículos bíblicos (entre muchísimos más) que nos recuerdan que existe un solo Creador, un ser cuya sabiduría es infinitamente superior a cualquier sabiduría humana, IA  o como quieran llamar a lo nuevo que se viene.

A través de una importante cantidad de profetas, Adonai le ha acercado a la humanidad Su manual de vida, Su guía práctica para que transitemos por este mundo por un camino de bendición. En esa insuperable guía, que son las Escrituras bíblicas, también nos ha dicho que Él es el Creador y Diseñador de todo. Han pasado miles de años desde que los profetas han transmitido la Palabra que Dios les dio, para que a su vez, ellos la compartan con el resto de la gente. Y a pesar de los tremendos adelantos tecnológicos y de que miles de años pasaron, nada de lo que está en la Biblia, pudo demostrarse que es falso.

Entretanto, con toda su ciencia a cuestas, el hombre se contradice constantemente. Este es un ejemplo muy personal: siendo niño me tocó estudiar el sistema solar. En los mapas oficiales había un planeta llamado Plutón. Era un planeta más, como la tierra, Marte, Venus… Nadie lo dudaba porque los científicos así lo habían demostrado. Nadie lo cuestionaba. Sin embargo, si hoy buscamos un mapa del Sistema Solar veremos que Plutón ya no figura, porque los astrónomos llegaron a la conclusión de que no es un planeta sino otro objeto espacial de características distintas. Algunos años atrás, estaba “demostrado” que era igual al resto.

Y también esto ocurre con tantísimas cosas. Con la comida por ejemplo. Los especialistas ayer decían que tal alimento era bueno para la salud. Hoy, se descubre que hace mal (y viceversa).  Tanta contradicción no deja de ser normal, porque el hombre es falible y se equivoca. Incluso los grandes científicos, fallan. Porque su conocimiento limitado.

En cambio, vayamos nuevamente a la Palabra para ver lo que es nuestro Señor.

Isaías 40:28

¿Acaso no lo sabes? ¿Acaso no te has enterado? El Señor es el Dios eterno, creador de los confines de la tierra. No se cansa ni se fatiga, y su inteligencia es insondable.

Salmo 90:2

Desde antes que nacieran los montes y que crearas la tierra y el mundo, desde los tiempos antiguos y hasta los tiempos postreros, tú eres Dios.

La Biblia es clara. Nada ni nadie puede sobrepasar a Dios en inteligencia. Y como ya se ha dicho, nadie tampoco ha podido demostrar falsedad en ni siquiera una de las palabras de Adonai.

Aquí tenemos otra clara sentencia acerca de la maravillosa Creación del Señor:

Amós 9:6

Dios construye su excelso palacio en el cielo y pone su cimiento en la tierra, llama a las aguas del mar y las derrama sobre la superficie de la tierra: su nombre es el Señor.

 

 

Es innegable que el hombre ha hecho enormes progresos. Y también es obvio que en función de todos esos adelantos, más que a evolucionar, su maldad lo ha llevado a retroceder. En la historia del mundo hay grandes descubrimientos que en principio se usaron para bien, pero que en manos de los hombres, terminaron haciendo terribles daños. La pólvora era un invento “bueno”. Al tiempo, con ella se construyeron armas y ya sabemos lo que eso implica. Los antecedentes de la bomba atómica hay que buscarlos en un descubrimiento separado de catástrofes. Sin embargo, también en esto, la maldad –o sea, el pecado que habita en nuestro interior- lo echó todo a perder.

Hagamos un rápido repaso mental: guerras, odio, violencia, desigualdad social, desastres ecológicos. Y esto se produce porque por más buenas intenciones que tengamos, pecados como el orgullo, la soberbia, la mentira y la ambición desmedida siguen libres como para hacer daño en todo momento. ¿Y cuál es el pecado más grave y doloroso de todos? Darle la espalda a Dios.

Hace un tiempo, un estudio informó que el 99 por ciento del aire terrestre está contaminado, lo que acarrea nefastas consecuencias (enfermedades, etc). Y después, somos capaces de preguntarnos, ¿por qué si Dios existe pasan cosas malas? El Señor nos dio un planeta limpio, puro… ¿Con qué cinismo decimos que lo que nos pasa, no es por responsabilidad nuestra? Si sólo hubiéramos respetado Sus instrucciones, seguramente no estaríamos atravesando tantas dificultades.

A pesar de todo, Él  espera que nos acerquemos… pero somos nosotros los que nos alejamos y seguimos causándonos problemas. Nuestra rebeldía llega a límites insospechados… y si bien da la impresión de que estuviéramos evolucionando, con esta actitud sola marchamos hacia la autodestrucción.

 Ayer fueron la pólvora, el átomo… Hoy es la Inteligencia Artificial. En qué terminará todo esto, no lo sabemos.

Lo que sí sabemos, es que la salvación no llegará a partir de  ningún invento humano. El único que puede salvarnos es el que nos creó. Pero claro, para eso, debemos admitir nuestra condición de pecadores perdidos y con humildad, volvernos a Él. Ninguna salvación llegará si primero no reconocemos lo que somos, y si después no le pedimos que nos perdone. Y si nuestro sentimiento es sincero, por supuesto que Él lo hará, porque justamente, es lo que desea: que nos acerquemos a Él, para perdonarnos y bendecirnos.

En numerosas partes de las Escrituras, Dios nos habla del pecado. Un par de ejemplos:

Proverbios 28:13

Quien encubre su pecado jamás prospera; quien lo confiesa y lo deja halla perdón.

Ezequiel 18:30b

Arrepiéntanse y apártense de todas sus maldades, para que el pecado no les acarree la ruina.

 

Un tema clave: el Señor también ha decidido que los pecados sólo pueden ser perdonados a través de Alguien que cargó con ellos y los llevó al sacrificio. Su Hijo Yeshúa puso sobre sus espaldas el terrible peso de los pecados de la humanidad y murió con ellos. De esta manera nos liberó, para después resucitar y traernos la salvación y la vida eterna, a quienes creímos en Su obra redentora.

Mediante la Palabra podemos confirmarlo:

Romanos 6:5-6

En efecto, si hemos estado unidos con él en su muerte, sin duda también estaremos unidos con él en su resurrección. Sabemos que nuestra vieja naturaleza fue crucificada con él para que nuestro cuerpo pecaminoso perdiera su poder, de modo que ya no siguiéramos siendo esclavos del pecado.

2 Corintios 5:21

Al que no cometió pecado alguno, por nosotros Dios lo trató como pecador, para que en él recibiéramos la justicia de Dios.

1 Corintios 15:3-4

Porque ante todo les transmití a ustedes lo que yo mismo recibí: que Yeshúa El Mesías murió por nuestros pecados según las Escrituras, que fue sepultado, que resucitó al tercer día según las Escrituras.

Por supuesto, a esta verdad no se llegará por intermedio de una comprobación científica ni de ninguna Inteligencia Artificial, sino a través de la fe. Por esta vía es que nuestro Señor quiere que lleguemos. Y si en nosotros la fe escasea, también de eso Él se podrá ocupar y ayudarnos. Simplemente, debemos dejar de lado el orgullo y la rebeldía e ir por ese perdón y ese auxilio que con infinito amor nos ofrece. Porque con toda la tecnología, la ciencia y la IA, a su disposición, el hombre no podrá impedir que cuando el Señor dictamine algo, esto se cumpla, lo que va desde un nacimiento hasta la misma muerte.

Hechos 3:19

Por tanto, para que sean borrados sus pecados, arrepiéntanse y vuélvanse a Dios, a fin de que vengan tiempos de descanso de parte del Señor.

Juan 3:17

Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él.

Juan 8:36

Así que, si el Hijo los libera, serán ustedes verdaderamente libres.

¿Qué dice Yeshúa a todo esto? Porque si alguien tiene inteligencia, sabiduría, es precisamente Él. Y Su inteligencia, a Dios gracias, muy pero muy lejos está de una que es artificial.

Juan 8:12

Una vez más Yeshúa se dirigió a la gente, y les dijo: —Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.

Juan 10:9

Yo soy la puerta; el que entre por esta puerta, que soy yo, será salvo. Se moverá con entera libertad, y hallará pastos.

Lucas 19:10

Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.

Juan 17:24

Padre, quiero que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy. Que vean mi gloria, la gloria que me has dado porque me amaste desde antes de la creación del mundo.

Y terminamos la reflexión de hoy con todas estas promesas, pronunciadas por el propio Yeshúa:

Juan 14:2

En el hogar de mi Padre hay muchas viviendas; si no fuera así, ya se lo habría dicho a ustedes. Voy a prepararles un lugar.

Juan 14:18

No los voy a dejar huérfanos; volveré a ustedes.

Apocalipsis 3:21

Al que salga vencedor le daré el derecho de sentarse conmigo en mi trono, como también yo vencí y me senté con mi Padre en su trono.

Amigos… El Señor fue muy claro. Sólo hay una salvación y proviene de Él. Ninguna IA, por más impactante o desarrollada que sea; ningún esfuerzo humano, por mejor que el hombre se comporte, alcanzará para entrar al Cielo. Porque en el Cielo no hay pecado y nadie que lo tenga encima, podrá ingresar al lugar santo. La única forma, es dejar de lado el orgullo, confiar en Yeshúa y permitirle cargar con nuestro pecado, para que así logremos ser libres, para que podamos llenarnos de bendición aquí en la tierra y entrar a la vida eterna una vez que partamos de este mundo.

Que tengan todos un hermoso Shabat. Shabat Shalom.

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