viernes, 28 de abril de 2023

PERMÍTANME ESTA REFLEXIÓN

 LA PREGUNTA DEL MILLÓN

Una pregunta que se formulan muchas personas, dice más o menos esto: “¿Por qué hay gente que no cree en Dios y las cosas le van bien… y por qué hay creyentes a los que les va mal?”. Esta reflexión tiene cierta lógica desde el punto de vista humano: hay personas apartadas de la fe a quienes no les importa hacer lo que Dios manda, sin embargo, la vida parece sonreírles, en temas como los negocios, la salud, la familia, etc… Al mismo tiempo, están los que a pesar de su condición de creyentes y de que tratan de acatar la voluntad de nuestro Señor, no logran salir de sus dificultades. 

A partir de las dos primeras preguntas, surge otra muy común: ¿Y entonces, de qué sirve respetar lo que Él nos ordena, si a los que no le hacen caso nada malo les ocurre?

Estas dudas existenciales no son exclusivas del presente. A lo largo de los siglos, interrogantes así dieron vueltas por la mente de más de un personaje bíblico. Y es en las Escrituras, donde también están las respuestas, que afirman que la justicia divina es perfecta, y que Él es soberano para aplicarla en el momento y el lugar que considera oportunos. La Palabra también deja en claro que Dios no puede ser burlado, y que por lo tanto, tarde o temprano las consecuencias de nuestra conducta se pagan, ya sea aquí en la tierra o cuando al partir, nos presentemos delante de Él. 

Por eso, que nada ni nadie nos hagan pensar lo contrario. No dudemos en hacer lo correcto a los ojos de Dios. Pero que no sea por miedo al castigo, sino porque nos ama y si nos marcó un camino, es para nuestro bien y el de quienes nos rodean.  

Un sustento bíblico: 

Porque Dios «pagará a cada uno según lo que merezcan sus obras». Romanos 2:6.




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