viernes, 25 de febrero de 2022

PERMÍTANME ESTA REFLEXIÓN

 ¿CÓMO PUEDE SER?

Mucha gente se asombra al saber acerca de la condición de judío de Yeshúa (Jesús), el cual, por otra parte, es su nombre original, el que en su idioma, el hebreo, significa Salvación. ¿Por qué se sorprende la gente? Porque hoy, la mayoría de Sus seguidores no son judíos, aunque sí lo eran más de dos mil años atrás, cuando Él pasó por esta tierra. En esos tiempos, Su mensaje de amor y salvación estaba destinado a los judíos. Por eso, no es sencillo entender el motivo por el cual, Yeshúa y el judaísmo (religión de la que nunca se apartó), ahora parecen tan distantes entre sí.

Luego de Su muerte y resurrección, los no judíos –llamados gentiles o goim-,  ingresaron al movimiento mesiánico (o sea, los que creen que Yeshúa es el Mesías que espera Israel). Esto fue avalado por los mismos seguidores judíos de Yeshúa. Algunas generaciones más adelante, los gentiles que habían ido sumándose, superaron en número a los judíos mesiánicos. Y éstos, años más tarde, siendo ya minoría, terminaron menospreciados por el mismo pueblo gentil, al que los discípulos judíos habían dejado ingresar a las comunidades. Finalmente, de la mano de un creciente antisemitismo, vendrían persecuciones, matanzas y una discriminación aún vigente. Sin embargo, el mensaje de Yeshúa jamás había sido el de insistir para que la gente creyera en Él por la fuerza. Mucho menos, perseguir o matar a quienes no creían. Entonces, ¿qué pasó? La explicación, hay que buscarla en la conducta de aquellas personas que a través de los siglos, adrede o involuntariamente, ignoraron o manipularon las Escrituras. Pero nunca en las órdenes de un Mesías que al margen de sus serios cuestionamientos hacia los dirigentes de su época, amó a Su pueblo –y lo sigue amando- hasta el fin.

Un sustento bíblico:

(Dijo Yeshúa): Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen. Mateo 5:44.



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